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Reflexiones y pintura
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"Ausencia en el Mar Negro"

Narcisa Puf

Óleo sobre tela. 2021.

Ausencia en el Mar Negro

De cuando en cuando sentía el impulso de exponer pensamientos y sentimientos acerca de mis experiencias de vida. Muchas veces cogía un pedazo de papel y un lápiz, empezaba a escribir uno, dos, tres días, y luego me estancaba.  ¿De qué sirve?  me preguntaba. Tenía la impresión de que cada detalle de mi vida, cada experiencia permanecería intacta en mi memoria y que siempre podría volver a ella. Sin embargo...

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       Han pasado los años. He cambiado y me estoy transformando. Ya no soy la misma. Cada período de mi vida, cada sentimiento y emoción, alegría o conflicto, mis mejores y peores momentos - todos fueron únicos en mi existencia y contribuyeron a mi desenvolvimiento como niña, mujer, esposa, madre, ser humano, pero poco después han desaparecido, se han ido. Están tan lejos que apenas puedo percibirlos. A menudo los llamo, me obstino en recrearlos, reconstruirlos, los emplazo pieza a pieza. Si bien, para mi sorpresa, esos instantes ya no están juntos, unidos, compactos en mi memoria. Cada vez hay un algo más que interviene, tan único como antes; me transforma y luego se marcha. Se aleja y se aleja aún más, así que apenas puedo perseguirlo. Lo llamo por su nombre. Estoy obstinándome desesperadamente en recrearlo, reconstruirlo. Estoy emplazándolo pieza a pieza. No obstante...

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       Mi pasado está tan lejano. Mi infancia, mi adolescencia, mi juventud, el umbral que tuve que cruzar a los 35 años, todo está lejos. Luego, han llegado los 40, 45, y pronto serán 50. Me encuentro a la mitad de este camino escabroso llamado vida y procuro expresarme, hacer perdurar mis vivencias… 

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       ¿Qué es la vida? ¿Cómo es la muerte? Desde una edad muy temprana, nunca ha habido un solo día sin tener un cierto pensamiento con respecto a ellas. Para mí...

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       La vida se parece a ese querido postre de mi infancia que se vendía en cada esquina y se llamaba algodón de azúcar. No importa cuánto comas y disfrutes, mucho o poco; tan pronto como lo pones en tu boca se derrite a una velocidad extraña, se vuelve tan pequeñito e insignificante que al final te quedas sólo con una irrisoria sensación de dulzor, una ilusión, una quimera. Para otros...

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       La vida es una pregunta sin respuesta. Un caudal, un río, un movimiento perpetuo. Un cambio. Un proceso de convertirse. Algo que vivimos con miedo, con la preocupación diaria de no perderlo y, curiosamente, cuando lo perdemos no sentimos su ausencia. La vida es una escarpa. Eres feliz cuando subes y alcanzas la cima, achispado por tus aspiraciones y pretensiones, pero cuando te encuentras en la cresta, en un santiamén ves el descenso y el final. La vida es una realidad, una tragedia o una comedia, ¿pero la muerte…?

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       Moriremos y veremos. De todos modos, la muerte es la última despedida. Una ruptura definitiva de todo lo que amas, todo lo que tienes, todo lo que sientes y todo lo que eres. Por eso, la muerte me parece ser el momento más enrevesado de la vida.

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      El 1 de septiembre de 2019 mi padre murió inesperadamente, con la misma dignidad y honor que expresó toda su vida. Fue el primero en irse, tal vez quería darnos como de costumbre un ejemplo, y deseaba desterrar nuestro miedo a la muerte. Partió en silencio, complacido con todo lo que había logrado y todo lo que había ofrecido.

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En la memoria de Costica Puf (1941-2019)

Narcisa Puf
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